Un tesoro natural

Entre los grandes regalos que Cádiz ofrece al visitante están su luz, su mar y sus playas. La Tacita de Plata, la niña coqueta, la gaditana bonita está completamente abrazada por el mar. 

Bellas playas la recortan, algunas de ellas han servido hasta de escenario en importantes produciones de cine como es el caso de la conocidísima Playa de la Caleta, amor de los carnavaleros y del Barrio de la Viña.

Desde la autovía podemos disfrutar del precioso paisaje Torregorda es la primera en aparecer en el horizonte, alojando su fortificación militar, justo al lado la conocidísima playa del Chato, nombre llevado a todos los rincones de España por el ventorrillo que allí ofrece uno de los mejores fogones de la Bahía de Cádiz, ya entrando en la ciudad nos encontramos con la playa de Cortadura se la reconoce fácilmente con los restos de la muralla del fuerte de Cortadura que sirvió para proteger a la ciudad durante la invasión de las tropas francesas. 

Comienza un largo recorrido hasta fusionarse con la Playa de la Victoria calificada como una de las mejores playas urbanas de Europa y que cuenta con una amplia carta de servicios al visitante, la Victoria da su paso a una pequeña playa, la de las Mujeres situada entre dos espigones, una lugar familiar donde no es raro encontrar por las mañanas a muchos deportisas practicando body surfing. 

Para finalizar, pone la guinda al litoral de la capital, la Playa de la Caleta, esa que enamoró a 007, fue testigo de la trama del capitán Alatriste, participó en el rodaje del Amor Brujo y sirvió de escenario a la película sobre el famoso torero Manolete.