El encanto de Casa Tino reside en la tradición que el hijo heredó del padre. El primer Antonio de la Luz inauguró el bar en 1948, al que puso el nombre en recuerdo de su padre Constantino. Ha transcurrido más de medio siglo desde entonces, y el local ha pasado de abrir a las 4 de la mañana para recibir a los pescadores, a centrarse en el restaurante donde comer o tapear sin prisas.