Su nombre deriva de la pequeña ermita dedicada a la Virgen de la Rosa, que se había erigido sobre ella. Originalmente, el acceso se realizaba a través de un eje de codo, debido a la torre de enfrente, que ahora ha desaparecido. En el compartimento, que se amplió para permitir el paso de carruajes, hay una rendija para defender la entrada.
Frente al arco se había abierto una pequeña plaza, denominada "de las mesas", en la que se montaba la horca y que desapareció a finales del siglo XX, cuando se configuró la actual plaza de la Catedral.